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Algunos la catalogaron como una “droga de exterminio”. El “paco” habría ingresado a Salta por primera vez en el 2001 y fue solo cuestión de tiempo para que se hiciera camino por los barrios de la provincia.

Hoy la mayoría de las sentencias judiciales locales, el 45%, tienen que ver con el tráfico de la “pasta base”, según el Primer Estudio de Diagnóstico sobre Narcotráfico.

Todos los días los medios reflejan la problemática que parece volverse cotidiana y rutinaria en nuestra sociedad, a pesar de las secuelas imborrables que deja a su paso. Pero atrás de las cifras hay miles de personas, muchas de ellas de los sectores más vulnerables de la sociedad, que sufren o conviven con esa realidad.

Esta vez, los que hablan son los consumidores. “Pido que nos ayuden. Nosotros nos queremos rescatar, queremos cambiar. No queremos llevar esta vida”, dijeron.

Todavía quedan algunas horas de luz en uno de los barrios humildes de Orán, a 15 cuadras del centro. Un grupo de entre seis y ocho chicos, apenas mayores de 18 años, no se oculta para llenar sus pipas caseras de paco y fumar hasta que la necesidad los empuje de nuevo a comprar la droga que, según ellos mismos admiten, los está matando.

En los cables de luz cuelgan zapatillas atadas de los cordones.

Un arbusto que hace de cerco natural de una vivienda sirve de refugio. La calle es de tierra, no hay veredas, solo pasto y basura desparramada. Por el frente una chiquita vuelve a su casa con la típica bolsa de los mandados. Pasa una moto de poca cilindrada y los chicos le gritan algo.

“Tamos quemando vieja”, dice el menos tímido, que lleva una remera suplente trucha del Real Madrid y unos pantalones deportivos arremangados hasta la mitad de la canilla. Le faltan dos dientes de adelante y tiene las manos manchadas de una resina negra que les deja el “paco”.

Dice que dejó el colegio porque lo echaron. “Yo fui hasta séptimo grado”, dice otro que está sin remera y que acaba de cumplir 20 años.

“Acá no hay trabajo. Ya he dicho basta de todo y me he venido para abajo. Perdí muchas cosas ya”, dice el de la camiseta de fútbol y mueve la mano para abajo como un avión imaginario en caída libre que se termina estallando contra el suelo.

“Algo hay que hacer. Esta mañana fui a buscar leña para vender”, agrega uno que estaba sin remera pero que luego se puso una blanca. Dos chicos que se tapaban la cara con la remera se separan del grupo. “­Eh papito! Vení chango”, les grita uno. “Te voy hacer cagar”, se sumó el de la remera suplente falsificada, pero al segundo todos volvieron a la charla.

Mientras tanto, a un metro de ahí, otro fuma pasta base acurrucado en un hueco del arbusto.

El matachorros

Los chicos usan algunos apodos para referirse al grupo de amigos, que comparten su adicción y varias horas del día: “Los pibes chorros”, “Los cachibaches” y “Los reyes del atraco”, se auto-denominan.

Un chico con dos aritos en la misma oreja, que cada tanto se sube la remera hasta la mitad de la panza, rápidamente corta las bromas.

“Falta el mata chorros. El gil ese mata a los pibes. Ese es el transa. Nos vende la droga y nos mata, por eso es el mata chorros”, arroja.

Enseguida algo parece encenderse en sus compañeros. “Vende y nos está matando a todos. Uno ya sabe, pero también se da cuenta que cada día te vas matando ¿has visto? Pero uno sigue nomás, porque uno es terco, pero uno sabe que te mata. Encima es riquísimo loco”, agrega el chango del Real Madrid.

“En el barrio Caballito ha muerto uno. Es la droga más peligrosa”, se suma serio uno que escapó de su rehabilitación.

“Si vos fumás no te metás en esto loco”, recomienda el más adulto. “Todos queremos rescatarnos. Pido que nos ayuden. Nosotros nos queremos rescatar, queremos cambiar. No queremos llevar esta vida”, ruega el de los aritos, que también perdió algunos dientes por fumar la droga.

“Esto no es vida. ­Mire como ando! Todo croto. Esto no es vida”, agrega el del Madrid.

“No queremos esto para el futuro de nuestros hijos”, opina por primera vez un changuito que dice tener 17 años. Lleva una gorra mal puesta y la remera a media panza exhibiendo parte de sus calzones. En el antebrazo se le notan 11 cicatrices y en la mano tatuados cinco puntos negros, al mejor estilo tumbero.

“Es difícil salir, no puedo”, dice.

Entre 100 y 400 pesos por día

Los jóvenes confesaron que muchas veces para poder comprar más dosis de paco deben salir a robar.

“Esto es así. Al tubo se le pone la virulana para hacer de filtro y en la punta va la pasta base”, ilustra el de los dos aritos en la misma oreja antes de fumar. El de la camiseta del cuadro español, mientras tanto, explica por qué tienen las manos negras.

“Las manos quedan así por la virulana, que uno la pica para meterla adentro del tubito. Por eso cuando la Policía te pilla te ven las manos y te hacen cagar”, cuenta.

Los chicos dicen que la cantidad de paco que consumen “depende de lo que uno rescate de la calle”.

El chico del Madrid dice que “se sale a robar, por lo general”. Cuentan que pueden pagan hasta $ 20 por un gramo de pasta base.

El que fumaba en el arbusto parece ser más grande que el resto y cuenta que fuma desde que tiene 12 años.

Otro dice que probó por primera vez hace tres años y el de la camiseta suplente revela que es adicto hace cuatro. Todos coinciden en que gastan entre 100 y 400 pesos diarios en “pasta base”.

Según la Dirección General de Inclusión y Militancia Social de la Municipalidad capitalina, entre las personas adictas que pidieron ayuda en 2011, el 53% de los consumidores cargaba delitos penales.

“Las madres sufren porque nosotros nos drogamos, porque no comemos o porque estamos en la calle”, dice el que fumaba hace segundos en el arbusto.

“Se comen el cerebro pensando en qué le pasa a uno. Piensan y piensan, pero les hace más mal a ellos”, esboza el del Madrid. “Ellos se preocupan porque estamos en la calle con lluvia y sin volver a la casa para comer. Se preguntan si estaremos bien”, cuentan.

Una semana sin comer

El menos tímido del grupo monopoliza un vino en caja mientras cuenta que una de las cosas que más asustan a los padres con hijos adictos al “paco” es la pobre alimentación que llevan. “Esta cosa no te hace dar hambre. Podés estar sin comer una semana. Se puede masticar, pero no pasa. No podés tragar”, cuenta.

Es ese abandono el que pone a los adictos en una situación vulnerable ante muchas enfermedades, como la tuberculosis.

“Sabemos que se alimentan y descansan mal, además hacinados, lo que los lleva a una inmunodepresión que predispone a todo tipo de infecciones”, dijo el mes pasado Sergio Gutiérrez, jefe del Servicio de Tisiología del hospital Señor del Milagro, comentando los resultados de un relevamiento interno.

“Empieza el día y seguimos hasta el otro día, sin parar. Se hacen changas: cortar yuyos, juntar leña”, dice el del Madrid para explicar de dónde sacan la plata para calmar su adicción.

“Vos te quedás aquí sentado y no fumás ni una pipa ¿Sabés qué? Tenés que salir a robar. Te tenés que rescatar. Tenés que moverte, sino no hay nada”, confiesa el de los aritos.

Todos afirman que algún día van a dejar el paco. “Con la voluntad de uno mismo se puede. Depende de uno y nada más”, dice el de la remera falsificada.

“Nadie te pone la pipa para que vos fumes. Si vos entraste, vos solito tenés que salir. Nadie te va a sacar”, opina el que parece más adulto.

“Yo estuve en Salta con internación. Un mes y 17 días pasé. Pero bueno, me agarró la abstinencia y me he venido nomás”, se suma otro.

“Acostumbrados”

Un vecino de la zona, que pidió no revelar el barrio oranense en donde fuman los chicos, dice que la situación es “totalmente normal y muy triste”.

De vez en cuando les ofrece algo de comida y algunas veces hasta un vino en caja. “Así se quedan más tranquilos y no andan pidiendo a la gente que pasa”, explicó.

Asegura que el escenario es recurrente y que los vecinos están “acostumbrados”, pero que en otros barrios es peor. “En el barrio Caballito se fuma paco en las cuatro esquinas. A estos ya los conocemos y a veces le acercamos comida. Es muy triste ver a jóvenes haciendo eso”.

Fuente

jeje
se pasó el tipo que les lleva vino XDD

dah mejor eso que droga, así se hidratan po

Para seguirme solamente tienes que darle al corazón
Pues porque no han probado el "Krokodil"...

Pues porque no han probado el "Krokodil"...


huuuy esa hace que se te pudra el cuerpo literal