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Opinión personal sobre los relatos (OPCIONAL) :

"Carmelo, un niño de 12 años que siempre le gustaba hablar de cosas paranormales, siempre le contaba historias a sus amigos, pero no le creían.

Una noche que había salido con sus amigos vieron varias luces, de distintos colores cada una, el empezó a explicarles una historia sobre luces en el cielo, y empezó a pensar en que esa historia podría ser cierta, pero sus amigos dijeron que fue casualidad.

Otra noche el empezó a pensar en eso, incluso tuvo un sueño sobre eso.. A la mañana se puso a investigar a fondo sobre esas estrellas extrañas, y entendió que esas estrellas producen paz, que vienen del otro mundo.

Después de dos semanas, al despertarse nota que no hay nadie en su casa, empieza a buscar, y nada, no encuentra a sus padres, sale de la casa y encuentra un cometa, que trae una nota, que dice lo siguiente: -"Venimos del otro mundo, pronuncia estas palabras: Siasolsioramac Sagamiya y se te abrirá un portal"- Hecho lo siguiente, se abrió el portal, vió a sus familiares, sus amigos, todos sus conocidos estaban allí, esperándolo en el mundo de la paz."

[...] Les contaré una pequeña historia, de la sensación 'única' que muchos quisieran tener, pero que muy pocos han logrado... Todo comienza cuando, en vacaciones de invierno, decidimos hacer, con mis amigos y compañeros, algún lapso de 'safari fotográfico' en algún mítico lugar. La votación fue unanime, todos querian ir al norte, a Alaska para ser más preciso... Sin mucho andar por blancos parajes, cubiertos de nieve cual espuma de suelo, decidimos descansar un poco, y levantar un pequeño campamento, diminuto para pasar la noche... Cae ya la puesta de sol, y varios ya estan somnolientos, o en su sueño pleno, pero yo aún estoy en pie, junto a mi cámara en la mano derecha, y en la izquierda un cigarrillo para soportar de alguna forma el frío. Apagando el ya nombrado objeto nicotinoso, empiezo una breve travesía por el lugar, para tratar de obtener la mejor imágen de nuestra pequeña aventura... Al poco andar, entusiasmado de obtener la mejor perspectiva de la naturaleza, cae la noche sobre mi... Sentado en una roca, decido mirar, detallar y encontrar, de entre todo, un buen ángulo, pero, de pronto, de forma mágica, mítica, se acerca una luz resplandeciente... Es la llamada aurora polar, que se deja ver ante mi cual bailarina árabe, con sensuales movimientos... Comienza el espectáculo de la naturaleza, como un vistoso conjunto de luces de neón... Toda gota cercana, hasta la más pequeña, brilla de tanto resplandecer mágico... De aquí hacia allá se mueve aquella luminiscencia, teniendo de escenografía un bello manto negro, incrustado de estrellas cuales diamantes en bruto... Sin parar de tomar fotografías, mi cámara está ya más que llena. Teniendo encima una luz natural, una verdadera sensación única e intrasferible, decido reposar un poco sobre la nieve, hasta que termino quedando absolutamente dormido [...]

Un beso de tarde a noche

Al llegar el crepúsculo del día, la luminosidad se torna oscura y la sombra se intensifica. Ese preciso momento en que el solo desciende lentamente para dejarle la noche a los centenares de universos. Ese es el hermoso momento en que el cielo se torna naranja y azul. El momento en que dos parejas de labios cruzan fronteras y horizontes para unirse en un implacable beso. Es el momento en que dos individuos de características diferentes pero de sentimientos gemelos, marcan su fiel y duradero romance en una acción que vale millones de suspiros, una acción que a pesar de durar poco, vale mucho. Un momento en el que los dos individuos se unen en algo llamado beso. Un beso que rompe la sombra y siembra una luz en sus corazones. Una palabra que produce una paz interna. Son solo cuatro letras uniéndose en una palabra que quita alientos y suspiros, donde se sienten mariposas tratando de escapar y enormes nervios. Un solo beso que genera la chispa que enciende el fuego de las llamaradas, un beso… que al terminarse, dos ojos femeninos ven a su amante para susurrarle a la mente que con todas las dificultades y las complicaciones de sangre y piel, ese beso majestuoso… pudiera perdurar y repetirse… cincuenta primaveras.

En una noche de jolgorio con mis amigas y yo, fuimos a la Rambla de San Isidro, donde en nuestros andares es famosa por sus licores y su jubileo nocturno. Fuimos a un pub regentado por unos neerlandeses, llamado Maan, o en nuestro idioma Luna. Estuvimos bebiendo y charlando hasta altas horas de la madrugada, rozando el crepúsculo.
Cuando nos despedimos en la esquina de esa concurrida avenida, cada una se dirigió a su hogar. Yo era la que vivía más lejos, así que me tocó deambular hasta mi casa. Para llegar, tenía que cruzar una calle no precisamente conocida por su buena fama. Refugiándome en mi abrigo, pues que estábamos en mediados de Febrero, fui avanzando a paso rápido, huyendo del frío y de la oscuridad. Pero hoy no era mi día de suerte. Me crucé con una panda de marroquíes (conocidos aquí como moros), se acercó a mi y empezaron a tocarme con unos ojos de lujuria y deseo, a la vez de aterradores.
Su aspecto era deleitable, parecían pordioseros. Me llevaron a un callejón sin salida y empezaron a quitarme la ropa mientras ellos se desabrochaban el pantalón. Yo empecé a gritar, pero uno de ellos me cogió del cuello y me puso el dedo en la boca. Tiempo después, estando yo completamente desnuda, sacaron sus... y ya os imagináis lo que empezaron a hacer. Yo estaba aterrorizada y llorando mientras ellos me humillaban con insultos y vejaciones.
Por suerte, ya con el sol saliendo de su escondrijo, un grupo de jóvenes vieron lo ocurrido, y corriendo, empezaron a apartar a los indeseables y me cogieron a mi. Mientras me vestían, uno de ellos alertaba a la policía. Por fin, estaba a salvo, pero con la experiencia marcada en mi memoria el resto de mis días.

Se llamaba Ista. Tenía 17 años y vivía en el sexto. Morena, algo baja de estatura y unos ojos preciosos. Eran negros, como un agujero que no tiene fin. La conocí una noche. Sus padres nos invitaron como vecinos a Bea, mi mujer, y a mí a cenar. Ella terminó de cenar y se fue a su habitación. Tras beber cerveza y más cerveza, tuve que ir al baño. Antes de entrar, asomé la cabeza por su habitación y la encontré sentada en una esquina. Me senté a su lado; había algo que me atraía de esa chica. Curiosidad, demasiada curiosidad. Me contó que su nombre provenía de una palabra griega que significaba soledad, y que su madre no había acertado tan bien en su vida. No tenía amigos, ni novio. Me contaba que le gustaba quedarse horas en el ordenador. La verdad es que sus padres eran los típicos padres que pasan con sus hijos el tiempo mínimo. Su madre viajaba mucho, y su padre estaba liado de reunión en reunión. Se levantó y encendió el ordenador. “Anda, que noche tan estrellada tienes de fondo”, dije. “Sí, me encantan las estrellas. Muchas noches subo a la azotea solo para quedarme callada y contemplarlas.”, respondió. La dediqué una sonrisa y deseándola buenas noches abandoné su habitación. Poco a poco me fueron llegando noticias malas sobre ella: suspensos en la escuela, casi no comía… Y llegó la noche. Bea me despertó diciendo que Ista se había escapado de casa, que sus padres no la encontraban. Sólo se me ocurría un lugar donde ir a buscarla. Al borde del tejado la encontré viendo las estrellas. Se giró y con voz segura dijo “¿No es la vida triste cuando sólo te dedicas a vivir?”. Fue la última vez que ví esos ojos.

Estaba una vez, un niño jugando solo al fútbol, este se cansa ya que paso mucho tiempo practicando. Se sienta en su balón y se pone a mirar a los transeúntes que van pasando, observa a un señor que va en una bici, después de unos metros ¡PLAS! se cae, hay va el niño, heroicamente va a socorrer al señor que cayo infortunadamente sobre la acera, entonces nota que viene hacia el, un segundo hombre, corriendo enfurecido, saca al niño del lado del primer hombre y le golpea, a lo que el niño pregunta por qué lo golpea, este responde que le había robado la bici, al escuchar esto, el niño va a buscar la pelota y se la arroja al segundo hombre que cae contra un árbol, este se pregunta por qué tal acto. El niño se dio cuenta que la bicicleta, era la suya, hurtada por el segundo hombre que fue asaltado por el primer hombre, el niño toma su bicicleta y su pelota y se marcha, sin que nadie más se enterara.