Quien lo diría, la tecnología ha avanzado ya tanto que hemos llegado rápidamente a
Saturno. Sus anillos se divisan a lo lejos y la tripulación empieza a despertar. Por fin, la nave vuelve a ser lo que era cuando partimos del Centro espacial Habtium. La gente empieza a andar por los pasillos, las salas de recreo vuelven a tener su peculiar bullicio.
Saturno es un planeta del que conocemos poco. Los investigadores no han descansado durante todo el trayecto, no como los aventureros que explorarán su superficie, los cuales han estado descansando todo lo que han podido. Al fin y al cabo, será que existen dos tipos de personas. Entre éstos se despierta
Oscar. Alto, corpulento y listo, es el encargado de una de las patrullas de exploración y se dirige a una reunión con los investigadores.
Investigadores e investigadoras, como
Clara, de ojos azules y estatura y peso normales, sin destacar en nada. De normal se camufla entre sus compañeros, vistiendo batas blancas y rebuscando entre archivos, ordenadores y telescopios. También tenía que ir a la reunión entre su equipo y un pequeño grupo de encargados de exploración, entre los que se encontraba Oscar. La reunión era rutinaria, para que todas las patrullas conocieran a que se enfrentaban una vez comenzara el descenso a Saturno.
Lo primero, el teletransporte. Los gases de la atmósfera podían intervenir con el teletransporte y dejar a gente perdida por el planeta, aunque fueran casos remotos, pero existía la posibilidad. Esa gente sería rescatada para que volviera a intentarlo, pero sería un procedimiento que llevaría tiempo. Clara apartó la vista mientras sus compañeros seguían explicando como sería el inicio de la misión. Oscar se le acercó y se susurró unos términos técnicos sobre la tecnología de teletransporte Banzai que usaba la nave. Los ojos de ella se iluminaron como las estrellas que se veían tras los ventanales.
Clara sabía la razón por la que fallaban y se sorprendió al ver que Oscar también. Iban a hablar sobre ello cuando la alarma empezó a sonar. No había sido activada por nadie, sino por la inteligencia artificial
HAL 9000 que administraba la nave. Movilizó a toda la nave, se montó un gran caos y para al final no conseguir nada, solo la inteligencia física de la nave, el mayordomo electrónico,
Knick 4 tocando cables del computador donde se instala HAL.
Mientras el equipo de programadores se dirigían a la zona Clara intentó buscar a Oscar, pero ya era muy tarde. Tras tanta gente moviéndose por los pasillos le había perdido de vista y no sabía nada de él. Suspiró y volvió a su trabajo, callada, sin decir nada, como siempre había sido, pensando algo más de la cuenta de vez en cuando.