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Lo siento... en los más recónditos lugares de mi corazón, se resiste a morir pese a haber caído hace ya tanto... durante casi 2 años, ha permanecido quieto, inmóvil, en la tierra...pero ahora puedo escuchar cómo remueve la tierra sobre él, en un último intento por tomar cada fibra de mi ser como suya, hacerme parte de su voluntad y en última instancia convertirse en mí... es él; es el WoW.
Dicen que uno no deja el WoW... sólo toma vacaciones. Y mientras yazco en mi cama, en terrible agonía, evitando que la adicción tome mi mente... me pregunto si será verdad.
Krullkor, Giggs, Groeg... Peter, Cazalis, Pinch, Samah, Xolegur... dejados atrás en la búsqueda de la felicidad, pero ahora puedo sentir cómo sus memorias agarran toda mi alma y la hunden... nuevos y antiguos mundos recorren mi consciencia... Cima del Trueno... los kodos... Los Baldíos y luego Arathi... las guerras en Tanaris y las ayudas mutuas en Un'goro y Silithus para el viaje a través del Portal Oscuro...
Thrall, mi señor... Cairne Pezuña de Sangre, muerto por Blizzard... puedo oírlos, ordenándome volver y servir una última vez a La Horda, pero... ¿qué es lo que haría un hombre decente...? Tuercespina, Karazhan, Illidan, Feralas, Aszhara, QUel'danas, Tirisfal... recorro lugares que ya he visto y libro batallas que ya he vivido... más de una vez. La tentación es un hecho, soy su prisionero, y el tenue lamento de los Altonatos me lleva por Zul'Aman, por wipes, por loots fracasados, BG's perdidas sin oposición y derrotas en arenas a pocos segundos de que mi compañero castease el heal que significaba la victoria...
Pero también bases conquistadas, loots de 100, invasiones a Ventorenta y 6 enemigos golpeándome con todo en Garganta Grito de Guerra sin poder vencerme. "¿Qué debería hacer?" me pregunto.
Y una vez más, está claro. Raito tenía razón.
Dicen que uno no deja el WoW... sólo toma vacaciones. Y mientras yazco en mi cama, en terrible agonía, evitando que la adicción tome mi mente... me pregunto si será verdad.
Krullkor, Giggs, Groeg... Peter, Cazalis, Pinch, Samah, Xolegur... dejados atrás en la búsqueda de la felicidad, pero ahora puedo sentir cómo sus memorias agarran toda mi alma y la hunden... nuevos y antiguos mundos recorren mi consciencia... Cima del Trueno... los kodos... Los Baldíos y luego Arathi... las guerras en Tanaris y las ayudas mutuas en Un'goro y Silithus para el viaje a través del Portal Oscuro...
Thrall, mi señor... Cairne Pezuña de Sangre, muerto por Blizzard... puedo oírlos, ordenándome volver y servir una última vez a La Horda, pero... ¿qué es lo que haría un hombre decente...? Tuercespina, Karazhan, Illidan, Feralas, Aszhara, QUel'danas, Tirisfal... recorro lugares que ya he visto y libro batallas que ya he vivido... más de una vez. La tentación es un hecho, soy su prisionero, y el tenue lamento de los Altonatos me lleva por Zul'Aman, por wipes, por loots fracasados, BG's perdidas sin oposición y derrotas en arenas a pocos segundos de que mi compañero castease el heal que significaba la victoria...
Pero también bases conquistadas, loots de 100, invasiones a Ventorenta y 6 enemigos golpeándome con todo en Garganta Grito de Guerra sin poder vencerme. "¿Qué debería hacer?" me pregunto.
Y una vez más, está claro. Raito tenía razón.
