La madrugada del 27 de febrero del año pasado fue, sin duda alguna, la jornada que la naturaleza eligió para cobrarnos la cuenta nuevamente. Nuestros hermanos chilenos sufrirían el quinto terremoto registrado más potente de la historia de la humanidad. Un sismo de 8.8 grados de magnitud estremecería los suelos de la zona centro-sur de Chile, precursor de un tsunami que devastaría gran parte de la costa de la zona anteriormente señalada.
Las escalofríantes estadísticas son la prueba viviente de la monstruosa intensidad de ambos eventos: 521 víctimas fatales, 56 desaparecidos, cerca de 12 mil heridos, 800 mil damnificados, al menos 370 mil viviendas, 4013 establecimientos educacionales, 79 hospitales y 4200 embarcaciones destruídas o dañadas, al menos 1.8 millones de personas afectadas en las regiones chilenas de Valparaíso, Metropolitana de Santiago, Libertador Bernardo O'Higgins, Maule, Bio Bío y La Araucanía, y pérdidas económicas estimadas en 30 billones de dólares. Un desastre que desencadenó lo mejor y lo peor del ser humano en estado de catástrofe.
El día de hoy se conmemora un año en que el mundo entero envió su apoyo al pueblo chileno, un año lleno de contrastes, de alegrías y penas, de valentía e incertidumbre, de solidaridad y egoísmo, un año dedicado a la reflexión, a la preocupación, a la limpieza del alma, un año para perdonar y demostrar lo mejor de nosotros. Y en Habbos lo recordamos con respeto y con la convicción de que el futuro será mucho, mucho mejor.
Todo nuestro apoyo.